Pensamiento económico de Jean Baptiste Say

Biografía de Jean Baptiste Say

Pensamiento económico de Jean Baptiste Say

La defensa del empresariado

La apología de la figura del Empresario como factor fundamental de la producción en un medio capitalista es lo que marca la obra de Say y la distingue de la de Adam Smith, quien miraba a los capitalistas con bastante recelo. Probablemente la diferencia radica en que Say tuvo una experiencia personal en los negocios al ejercer durante diez años como un próspero fabricante de algodón.

A juicio de este economista, el empresario desempeña un importante papel en la puesta en marcha y coordinación de todo proceso productivo; es quien asume la responsabilidad, la dirección y, por tanto, el riesgo de las actividades.

El Empresario, entonces, no sólo es un factor más en la cadena de producción, sino que es el centro del proceso económico. Sus decisiones implican un Trabajo y, en especial, un riesgo que requiere ser adecuadamente compensado. Por esta razón, Say defendió arduamente la libertad de Comercio.

En general, este autor fue un apologista del Capitalismo y tuvo una extraordinaria popularidad en la Francia del siglo XIX, ya que lograba presentar los complejos problemas económicos de una forma bastante simple. Marx, sin embargo, lo llamó el "trivial Say".

La Ley de Say

Jean-Baptiste Say publicó en 1803 el Tratado de economía política, obra que dio a conocer lo que él entendía como "nueva Ciencia Económica". Fue tal el éxito de su libro, que se empleó como texto imprescindible en toda Europa y en Norteamérica hasta mediados del siglo XIX, cuando fue reemplazado por el libro Principios de economía política, de John Stuart Mill.

La llamada Ley de Say se resume, como dijimos, en que "toda Oferta crea su propia Demanda". Su mayor implicancia es que en un sistema de libre Mercado no es posible que exista sobreproducción. Esta ley era, básicamente, la respuesta de la economía clásica al argumento de Malthus, que culpaba a la insuficiente Demanda Agregada de la posibilidad de que una situación de sobreproducción generalizada y de Desempleo de Recursos productivos se extendiera indefinidamente en el Tiempo.

A juicio de Say, si el Mercado, llegaba a saturarse como consecuencia de una sobreproducción, se produciría una caída general de los Precios por debajo de los Costos, por lo que esta sobreproducción no sería sostenible en el largo Plazo. La Ley de Say explicitó algo que estaba implícito en Adam Smith: la economía de Mercado se autocorrige. La idea que aquí buscó mostrar Say es que los Recursos productivos no permanecerán indefinidamente ociosos por falta de Demanda.

Jean-Baptiste Say no excluyó la posibilidad de que se produzcan excesos de Oferta (o de Demanda) de carácter local. Puede ocurrir que la gente deje de demandar un artículo porque, por ejemplo, quiera sustituirlo por otro. Como consecuencia de ello, nos encontraríamos con un exceso de Oferta en un Mercado determinado y con un exceso de Demanda en otro Mercado. Pero estos desequilibrios necesariamente acabarían corrigiéndose a través de cambios en los Precios relativos.